Uno de los términos más utilizados en el mundo de las inversiones es el de “volatilidad”.
Sin embargo, poca gente conoce este concepto en profundidad. Por ello, hoy, te contamos todo lo que debes saber sobre la volatilidad.
¡Vamos allá!
Contenidos
👉 ¿Qué es la volatilidad?
La volatilidad financiera es la capacidad que tiene un activo determinado de fluctuar en los mercados financieros, cambiando su precio y, por lo tanto, alterando (tanto positiva como negativamente) la rentabilidad que un determinado inversor está obteniendo.
Normalmente, la volatilidad se expresa como un porcentaje, indicando en qué grado puede variar el precio del activo según los datos histórico teniendo la media aritmética de las rentabilidades como fundamento.
Sin embargo, a un nivel más conceptual (que es lo que más suele interesar al inversor minorista), la volatilidad es eso, la fluctuación del precio que tiene un activo determinado.
En general, cuanta menos volatilidad tengamos, mejor, porque menos variarán nuestras rentabilidades a lo largo del tiempo.
Aún así, si buscamos optimizar al máximo la volatilidad (esto es, reducirla al máximo), normalmente tendremos que pagar el precio de reducir sustancialmente la rentabilidad.
En algunos ámbitos más especializados, a la volatilidad se la conoce como “beta” o β. Este concepto se utiliza, sobre todo, en hedge funds, donde se utilizan las letras griegas para hablar de diferentes conceptos (por ejemplo, “alfa” es la rentabilidad extra que sacas al índice bursátil de referencia).
No es algo especialmente importante, pero te viene bien saberlo por si, en algún momento, te encuentras en algún lado el concepto de beta. Para que sepas que se refiere a la volatilidad.
🔍 Tipos de volatilidad
Existen cuatro grandes tipos de volatilidad, que son los siguientes:
- Volatilidad histórica. Es la variabilidad de la rentabilidad de un determinado activo financiero en un periodo de tiempo respecto a la rentabilidad media de ese mismo activo en ese mismo periodo de tiempo (es la volatilidad que más frecuentemente interesa al inversor y de la que hablaremos más a lo largo del artículo).
- Volatilidad implícita. Es la volatilidad que se espera que tenga un activo financiero en el futuro. La volatilidad implícita implica el conocimiento de los demás factores que intervienen en el precio y, por supuesto, es una aproximación que cada cual realiza, por lo que el cálculo de la volatilidad implícita variará dependiendo del analista que lleve a cabo el cálculo. Además, la volatilidad implícita suele ser mayor en los mercados bajistas y menor en los mercados alcistas.
- Volatilidad estocástica. Con volatilidad estocástica nos referimos a los cambios en la volatilidad de los activos. Es decir, es una volatilidad sobre la volatilidad, lo cual hace que la volatilidad tienda a ser bastante incierta. Se trata de calcular mediante modelos de volatilidad estocástica.
- Volatilidad determinista. Lo contrario que en el caso anterior. Son aquellos casos en los que la volatilidad no sufre cambios o, de sufrirlos, se puede conocer de antemano con facilidad. Para calcularla, se utiliza la desviación típica.
Estos son los cuatro grandes tipos de volatilidad, pero lo cierto es que la más importante es la primera y, en general, la primera nos da una cierta información acerca de la segunda.
La tercera y la cuarta suelen ser importantes para aquellos inversores más experimentados, no tanto para el inversor retail.
⚠️ ¿Es sinónimo de riesgo?
Depende.
Normalmente, la gente tiende a asociar volatilidad a riesgo, pero lo cierto es que no tiene por qué ser así.
Depende de cómo lo mires, de cuáles sean tus plazos y de cuál sea tu forma natural de enfrentarte a la incertidumbre.
Mira, te pongo un ejemplo.
Imagina una inversión que da, cada año, un 10% de rentabilidad de forma invariable y, además, las variaciones que hay en el precio a lo largo del año son de +-1%. Es decir, la volatilidad es mínima.
Después tienes otra inversión cuya rentabilidad es también del 10% anual de forma invariable, pero con una volatilidad de +-20%. Es decir, la volatilidad es muy alta.
¿Qué inversión tiene más riesgo?
La primera respuesta es “la segunda”. Pero ¿y si te digo que la primera inversión es un esquema piramidal? La respuesta cambia, ¿verdad?
Es un ejemplo extremo, pero lo que quiero poner de manifiesto es que la volatilidad no tiene por qué implicar riesgo.
Una inversión con una baja volatilidad pero que, probablemente, suponga una pérdida de capital permanente en unos años es una inversión objetivamente más arriesgada que una inversión con una alta volatilidad pero que, en unos años, valdrá el doble.
Por lo tanto, a nuestro juicio, no, la volatilidad no es sinónimo de riesgo.
Ahora bien, de ahí no se sigue que la volatilidad no tenga ninguna importancia ni relevancia a la hora de valorar nuestras inversiones.
Como dijimos, cuanto más baja sea la volatilidad, a priori, mejor.
Pero no porque sea un menor riesgo, sino porque nos da mayor previsibilidad en nuestra inversión.
🧮 ¿Cómo se mide la volatilidad?
Como dijimos, la volatilidad es la variabilidad de los precios respecto a su media en un período de tiempo dado. Así que lo que se hace para calcular la volatilidad es estadística básica: se calcula la desviación típica.
Supongamos lo siguiente: un activo con una rentabilidad en el primer y segundo año del 5%. En este caso, la media es del 5% y su volatilidad es del 0%.
Sin embargo, si tomamos un activo con una rentabilidad en el primer año del 1% y otro del 9%, tenemos la misma media de rentabilidad (el 5%), pero, en este caso, la volatilidad es del 5,65%.
En este sentido, se asume que la volatilidad del primer activo no tendrá una revalorización mayor del 5%, porque esa es su media (evidentemente, esto, después, puede variar, pero es la imagen de la que se parte).
En el segundo caso, en cambio, podemos tener una variabilidad del 5,65% sobre la media, que es del 5%. Y esa variabilidad puede ser por encima o por debajo. Es decir, puede implicar mayores pérdidas o mayores ganancias.
💰 ¿Conviene invertir en activos volátiles?
Depende.
Los inversores más conservadores y que peor se llevan con el movimiento brusco de sus inversiones, mejor que no.
Además, también depende del momento vital de cada cual. Si tienes 60 años y te vas a jubilar en breve, probablemente te convenga huir de la volatilidad.
En cambio, si eres joven y tienes un perfil inversor más agresivo, buscar los activos volátiles puede ser una opción interesante. Al fin y al cabo, las buenas oportunidades de inversión están en aquellos activos cuyos precios más oscilan.
Cuando el precio de un activo se mantiene muy estable, es poco probable que haya información que el mercado no conozca y que tú puedas aprovechar. Si se mantiene estable es porque más o menos todo el mundo tiene claro que esa empresa vale eso.
En cambio, si una empresa cotiza con grandes movimientos en su precio, probablemente se deba a que hay poca información (generalmente, porque la empresa es pequeña y es poco seguida por los analistas especializados) y eso hace que haya buenas oportunidades.
No obstante, también tienes que tener en cuenta que estas empresas, al ser pequeñas, suelen ser impredecibles.
Es posible que un inversor lo suficientemente grande haga subir mucho el precio porque cualquier compra grande supone un gran movimiento en el precio (porque la empresa es pequeña y esa compra representa una gran cantidad de las acciones en circulación). Y, por supuesto, el mismo inversor también puede hundir la cotización.
Por ello, si vas a invertir buscando activos volátiles, conviene que los conozcas bien y estés seguro de que tu inversión tiene unos fundamentales serios que, a largo plazo, el mercado tenga que reconocer.
De lo contrario, puede que el precio se hunda en cualquier momento (porque es lo que hace la volatilidad) y, si no estás seguro de tu inversión, te veas tentado a vender en el peor momento. Sólo con seguridad en tu inversión podrás aguantar activos muy volátiles en cartera.
En cualquier caso, a pesar de que los inversores más agresivos pueden obtener buenos resultados con las inversiones más volátiles, se suele considerar que son apuestas altamente especulativas y que los inversores retail deberían mantenerse alejados.
🎢 ¿Cuáles son los activos más volátiles?
Actualmente, los activos con mayor volatilidad son, con mucha diferencia, las criptomonedas.
Este nuevo activo tiene unas volatilidades espectaculares por múltiples razones (que están de moda, que la cantidad que hay en circulación es baja, que su baja capitalización permite que los grandes jugadores alteren su precio, etc.).
Actualmente hay muchas personas ganando bastante dinero con la inversión en criptomonedas y bitcoin, precisamente por esos movimientos bruscos en el precio. Sin embargo, también hay muchas otras personas que han perdido hasta la camisa, por el mismo motivo.
La única diferencia entre unos y otros fue la psicología y el haber hecho los deberes.
Después de las criptomonedas, el activo más volátil son las acciones que no son seguidas por los analistas y que tienen una pequeña capitalización bursátil. Lo que hablábamos en el apartado anterior. Los conocidos como chicharros.
El oro es el siguiente activo más volátil, después vienen las acciones más seguidas por los analistas y los índices bursátiles.
Y ya, después de lo anterior, encontramos las divisas y los bonos a largo y corto plazo. Estos últimos son los menos volátiles, porque se asume que es muy improbable que una gran empresa o un Estado que ha emitido bonos vaya a quebrar en el corto plazo (además, se sabe de antemano cuánto te van a pagar por ese bono).
📌 ¿Cómo influye la volatilidad al apalancamiento?
El apalancamiento consiste en adquirir deuda para invertir y poder multiplicar las ganancias (y las pérdidas).
Ya hablamos en el pasado de qué es el apalancamiento, y dijimos que el apalancamiento se muestra en una relación tal que 1:10 implica que con una unidad de garantía podemos invertir con 10 unidades de contrato nominal.
Es decir, por cada euro invertido, por ejemplo, podemos operar como si tuviésemos 10€ para invertir.
¿Qué sucede?
Que, al multiplicar por 10 nuestro capital y nuestra potencial rentabilidad, también multiplicamos por 10 la volatilidad a la que nos exponemos.
Además, hay que tener en cuenta que, en este caso, sí hay una relación clara entre volatilidad y riesgo, porque sí que nos encontramos ante el riesgo de perder permanentemente nuestro capital… ¡Incluso si estamos acertados!
Imagínate que inviertes sin apalancamiento en un activo dado, cualquiera, y el precio cae un 10%.
¿Qué sucede?
¡Nada! Sigues teniendo el activo.
Si, después, se recupera, aún puedes obtener sustanciales beneficios. La volatilidad apenas te afecta (más allá del dolor psicológico de la pérdida virtual momentánea).
En cambio, ¿qué pasa si estás invirtiendo con un apalancamiento de 1:10?
Pues que, si tienes esa caída temporal del 10%, aunque después la inversión se recupere, tú ya no te beneficiarás de la subida, porque la caída del 10% te ha hecho llegar al margin call y se ha cerrado tu operación en pérdidas.
Por lo tanto, en este caso, la volatilidad sí que se convierte en riesgo de pérdida permanente de capital, porque cualquier movimiento brusco puede acabar con el cierre de nuestra posición en el peor momento posible.
Como puedes ver, la volatilidad es un concepto de suma importancia en el mundo de las inversiones, puesto que, aunque no es sinónimo de riesgo, sí acostumbra a ser sinónimo de falta de tranquilidad.
Así que… ¡Conviene reducirla al máximo! Aunque sin sacrificar rentabilidad, claro.